En 2006 se han cumplido quinientos años de la muerte de Cristóbal Colón, un aniversario que tampoco pasa inadvertido para la literatura. En esta ocasión, Diego y Antonio Figueroa, dos jóvenes sevillanos, se embarcan en el segundo viaje del gran navegante a las Indias, donde planean cultivar frutos de su Andalucía natal. Tras sortear los peligros del mar se instalan en tierra firme y comienzan a descubrir el maíz, el algodón o el chocolate. Regresan a buscar a sus padres y se convierten en verdaderos embajadores de la horticultura entre las dos tierras.